La primera visita ginecológica

A Rita siempre le había intimidado un poco la idea de ir a la ginecologa Vigo. Era algo de lo que había oído hablar a otras chicas, pero en lo que nunca había pensado demasiado hasta ahora. Pero aquí estaba, sentada en la sala de espera, sintiendo como si todo el mundo supiera ya por qué estaba allí y lo que estaba a punto de ocurrir.

Cuando llegó la hora de su cita, Rita entró en la sala de exploración con inquietud. Se sentó nerviosa en el borde de la silla mientras una enfermera le entregaba una bata y le indicaba cómo prepararse para la llegada de la doctora. Por si las cosas no fueran ya lo bastante incómodas, Rita se dio cuenta entonces de que parecía haber algún tipo de instrumento -casi como un aparato de tortura a la antigua- descansando ominosamente en una esquina de la sala

 

La doctora no tardó en entrar y se presentó con una amable sonrisa que tranquilizó a Rita de inmediato. Le explicó que empezaría con algunas preguntas generales para que pudieran determinar qué tipo de pruebas de detección eran necesarias en función de los factores de riesgo y las necesidades de salud de Rita antes de seguir adelante o de iniciar cualquier examen físico o tratamiento si fuera necesario.

Rita se sintió aliviada cuando la doctora respondió a todas sus preguntas con calma y profesionalidad, al tiempo que consiguió que se sintiera cómoda durante toda la visita que pasaron juntos; incluso se aseguró de que no se hiciera nada desconocido o incómodo para Rita sin explicarle antes por qué era necesario hacerlo, además de tranquilizarla a lo largo de cada paso de su proceso de exploración, algo que en última instancia le dio a Rita una nueva confianza a la hora de hablar de temas relacionados con la sexualidad, ya que no sólo tener a alguien que entiende de verdad esos temas, sino también poder escuchar sin juzgar a alguien que no pertenece a tu círculo familiar, puede fomentar discusiones más abiertas en torno a estos temas, a veces delicados, también entre los seres queridos.

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