Hace ya muchos años tuve a mi última novia y ella era un poco rara en muchos aspectos pero tenía muy buen gusto para las joyas. Siempre que salíamos a pasear para ver escaparates le encantaba pararse en un escaparate donde había Joyas Gold&Roses Vigo que le encantaban. Durante el tiempo que salimos juntos pude regalarle alguna de esas joyas que tanto le gustaban pero también he de decir que en esa época tenía un trabajo en el que cobraba suficiente dinero para hacerle un regalo de este estilo, porque hoy en día no creo que pudiese regalarle una joya de ese estio.
A mi también me gustaron las joyas desde siempre y aunque sea un hombre llevo puestos siempre mis anillos, mis pendientes y mi cadena de plata como si fuese algo completamente normal. A lo mejor la gente que me ve por la calle piensa que soy algo raro por llevar joyería pero para mi eso ya se ha convertido en algo normal y si se me olvida ponerme uno de mis anillos lo noto porque es como si me faltase algo.
Conozco a pocos hombre que lleven sus joyas con tanto orgullo como las llevo yo, pero no me avergüenzo en absoluto y eso que a casi nadie le gusta mi anillo grande, el cual fue el primero que me compré con uno de mis primeros sueldos. No me preocupa que a la gente no le guste mi anillo, más que nada porque no le tiene que gustar a nadie más que a mi que soy el que va a llevarlo puesto y además tampoco se lo puede poner nadie porque todo el mundo que se lo ha probado le ha quedado enorme porque tengo unos dedos bastante gordos.
Un día me saqué los anillos en el gimnasio porque se me estaban hinchando los dedos del calor y los dejé sobre una de las máquinas y me di cuenta de que me faltaban por la tarde, fui corriendo al gimnasio y pregunté por si los habían visto y los tenían en secretaría y se preguntaban de quién serían porque a nadie les valían.